Monday, October 5, 2009

Supervixens (Russ Meyer, 1975)

Supervixens no es en absoluto una película pornográfica y, de hecho, tampoco encaja dentro de cine erótico. Sin embargo, es una de las grandes joyas del cine para adultos de los años 70. Pero entonces, ¿qué es? Supervixens es una de las nudie movies del genial Russ Meyer que encajaron dentro del explotation sexual cinematográfico de los 60 y 70. Cine de serie B, con violencia, sexo, libertinaje, humor y muchas mujeres atractivas, voluptuosas y muchas veces ligeras de ropa correteando por la escena.


Clint, un humilde gasolinero, debe huir de su pueblo acusado de haber matado a su novia incendiando la casa, acto cometido, en realidad, por un policía impotente y bastante psicópata. En su huida, se topará con diversos personajes excéntricos y muchas chicas voraces que le meterán en líos, hasta topar con Supervixen, con la que, aparentemente, encontrará la tranquilidad.


Da gusto ver películas como Supervixens. Meyers domina el lenguaje cinematográfico, el ritmo narrativo y el espacio diegético, y construye unos personajes a medida que dan a la historia justo el punto que requiere en cada momento. El filme se mueve entre el thriller y la comedia sin mezclarlos en exceso, dándole a cada momento el balance justo para que todo progrese limpiamente. Distinguimos claramente tres partes en la película. La presentación de personajes con toda la trama que hace huir a Clint del pueblo; el periplo de Clint y sus cómicos encuentros con distintos personajes, y, precedido por la vuelta a la tranquilidad tras conocer a Supervixen, el final apoteósico con la reaparición del policía psicópata. Tres partes bien marcadas y fundidas que otorgan al filme un ritmo fantástico que hace que no quieras que termine.


Una mención a parte merecen los personajes secundarios (masculinos y femeninos) que hacen que Clint no tenga descanso en toda la película. SuperLorna, una impresionante mujer que, con su sola presencia al otro lado del hilo telefónico, saca de sus casillas a SuperAngel, la mujer de Clint, una mujer celosa, caprichosa, manipuladora y despampanante con un final electrizante. Harry, un policía local desiquilibrado que desata el desastre. SuperCherry y su novio, una pareja salida que hace morder el polvo a Clint. Un granjero y su esposa austríaca SuperSoul, treinta años menor que él y una auténtica ninfómana que logrará que su apacible marido intente matar a Clint. SuperEula, una joven afroamericana sordo muda y su ario y protector padre. Y SuperVixen, interpretada por la misma actriz que encarnaba a SuperAngel, pero totalmente opuesta a ella, una mujer dulce, simpática, apacible y enamoradiza.


Las mujeres de la película son el auténtico motor de la historia de Clint, y Meyer tiene un claro prototipo femenino para sus películas. Mujeres alegres, hipersexuales y con mucha iniciativa, con un cuerpo voluptuoso de largas piernas y naturales y enormes pechos. Bailando, corriendo, contoneándose o dando lo mejor de sí en la cama, las mujeres de Meyer hacen perder la cabeza a todos los personajes y mueven la historia con ritmo y humor. Son mujeres que dominan a los hombres, que pueden con ellos dentro y fuera de la cama.


Sexualmente, destaca la tremenda SuperAngel (Shari Eubanks) con su cuerpo escultural retozando en la cama o en lo alto de una montaña. SuperSoul (Uschi Digard), de las mejores de la película, ordeñando a las vacas y violando alegremente a Clint en el pajar, intentándolo de noche y a escondidas tras hacerlo con su marido o follando con su granjero en cualquier lugar. SuperEula (Deborah McGuire) bailando en bikini, bamboleando sus enormes pechos en el Buggy y tomando el sol en el desierto. Y aunque aparece muy poco, destaca SuperLorna (Christy Hartburg), bailando en su ajustado traje al principio de la película.


Y junto a sus chicas, no falta el humor, a veces infantil a veces repleto de sátira social; la violencia, desatada y descarnada, a veces incluso excesiva; la extrañas secuencias casi surrealistas (el fantasma de SuperAngel sobre un enorme peñón encastado entre sus piernas, la telefonista en medio del desierto); y una fantástica utilización de la música (de las marchas militares al country con Strauss y Borodin). Un pack que tratado con la profesionalidad de Meyer tras la cámara conforma un genial espectáculo. Y como hemos dicho, no se trata de un filme pornográfico, ni siquiera erótico. Sus mujeres aparecen enfundadas en escuetos y ajustados vestidos o bien desnudas, ofreciendo desnudos parciales e integrales sin cruzar el límite de la pornografía.


En pocas palabras, una película altamente recomendable que demuestra que el talento, la originalidad y la libertad creativa en el cine hacen que un filme como este, underground, de bajo presupuesto (90.000 dólares), condicionado y loco, haga enmudecer a gran parte del cine actual. ¿Sexo explícito? No tiene, pero ni falta que le hace. Hará las delicias de todos. No os la perdáis.


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